A lo largo de mi vida y con los grandes maestros del arte de la felicidad, he descubierto que la felicidad depende de nuestra actitud ante la vida, más que de los acontecimientos externos que nos suceden y nos acontecen.
Depende más de cómo valoremos todo aquello que tenemos y poseemos y de todo aquello que somos, más que en conseguir grandes objetivos, éxitos y posesiones.
Así que no son las circunstancias de nuestra vida las que determinan nuestro grado de satisfacción con la vida que estamos viviendo, sino la actitud mental que adoptamos ante estas circunstancias.
Así que basta de echarle las culpas de nuestra situación a las circunstancias que nos han tocado vivir, basta de excusarnos en que nuestra infancia fue de esta o aquella manera, que no tuvimos las mismas oportunidades que otras personas, que ojalá nuestros padres hubiesen sido de otra manera, que de no haber sido por tal situación o experiencia podríamos haber llegado más lejos.
Todo esto pudo haber influido en el pasado, pero ahora estamos aquí y ahora, y en este momento somos libres de construir la vida que queremos para nosotros mismo, al margen de cómo fuese nuestra infancia o de cómo nos trataran nuestros padres.
Por lo tanto, debes empezar a asumir y aceptar, que nadie va a venir a remediar la infancia, hacerte feliz o rescatarte y sacarte del pozo de la amargura y la desesperación.
Este es un trabajo que tienes que realizar de forma individual y el primer paso para conseguirlo consiste en cambiar la actitud con la que estás viviendo e interpretando la vida, pues la felicidad y el bienestar que disfrutemos en nuestra vida, dependerá más de nuestra actitud ante ella que de cualquier otro factor o variable que pueda afectar o incidir en nuestras vidas.
Por lo tanto, nuestra manera de ver y de mirar la vida, es la mejor forma que tenemos de cuidar de nosotros mismos.
Así pues, cambia tu actitud y tus hábitos mentales que tanto daño y dolor te han venido causando, y todo lo demás cambiará, pues la actitud es más importante que el pasado, que la educación, que el dinero, que las circunstancias y que lo que los demás puedan pensar, decir o hacer con respecto a nosotros.
La actitud es más importante que la apariencia física que tengas, el talento y que las habilidades de que dispongas, la actitud puede llevarte al éxito o al fracaso, al goce o al sufrimiento, a la alegría o a la tristeza, a la lucha o al abandono.
Te invito a que hagas la prueba durante unas semanas. Selecciona alguna conducta particular de alguien que te molesta y que te causa incomodidad. No reacciones ante esa conducta tal y como vienes reaccionando todo este tiempo atrás, porque ya habrás podido comprobar que esta forma de reaccionar, primero, no soluciona el problema, y segundo, no te proporciona ninguno resultado satisfactorio.
Por eso, cambia tu reacción, analiza dicha conducta desde otro punto de vista diferente al habitual, cambia tu actitud y verás como dicha conducta deja de molestarte e incomodarte, e incluso con el tiempo, es probable que incluso desaparezca.
Tomado de la web.